Un diseño llamativo, una pantalla sencilla. El Redmi 14C tiene un grosor de 8,22 milímetros y pesa entre 204 y 211 gramos, según el color. Está disponible en negro, verde salvia (con una textura similar al cuero vegano) y azul con degradado, que es el que más pesa. Tiene un enorme módulo de cámaras en la trasera (muy grande para, realmente, alojar dos lentes), jack de auriculares (un rara avis) y, en el frontal, monta un humilde panel LCD de casi siete pulgadas con resolución HD+, pero 120 Hz de tasa de refresco. Curiosamente, Xiaomi ha decidido esconder la cámara en un notch en forma de gota en lugar de en una perforación.
MediaTek bajo el capó. De darle vida a HyperOS se encarga un Helio G-81 Ultra de MediaTek (con una velocidad máxima de 2 GHz), cuatro o seis gigas de RAM (según la versión) ampliables hasta 12 GB mediante RAM virtual y 128 GB de almacenamiento interno (que pueden aumentarse con tarjetas microSD). La RAM es LPPDR4x, que no está mal, pero el almacenamiento es eMMC 5.1 y no UFS, algo que se apreciará, sobre todo, en la velocidad de escritura y lectura.
Más batería y conectividad justa. Xiaomi no ha escatimado en miliamperios hora, y es que el Redmi 14C incorpora una batería de 5.160 mAh con carga «rápida» de 18W. Realmente, la carga rápida no es tan rápida como otras propuestas existentes, pero tampoco estamos pagándola. En lo que a conectividad se refiere, tenemos 4G, WiFi ac, GPS, radio FM y Bluetooth 5.3. Lo que no cuenta es con NFC, al menos en Vietnam, pero es una especificación que suele variar mucho entre mercados.
Dos cámaras que son una. Finalmente, toca hablar de la cámara en singular, porque sí, el Redmi 14C esconde en ese enorme módulo trasero una cámara de 50 megapíxeles y una lente auxiliar para apoyar en la toma de retratos. Y el flash, pero eso todo. Oculto en el notch con forma de gota encontraremos la cámara delantera, cuya resolución se queda en 13 megapíxeles.